Psicología

Artículo #A3: Adolescencia y noción del tiempo 

Autor del documento: Arturo Ponce de León para Psicogeometría México

1. El proceso de ser adolescente  
1.1. Características de la adolescencia                         
1.2. La adolescencia como un nuevo nacimiento                                  
2. Tiempo libre: espacio de contradicciones                                                    
3. Expectativas de vida del adolescente: angustia Vs. Ambición                       
4. Relaciones de poder en la institución escolar y familiar                                 
4.1.El ejercicio del poder y la sociedad disciplinaria                 
4.2. Instituciones e imaginario social                                                    
4.3. La educación más allá del ámbito escolar                         
4.4. Búsqueda de la libertad del adolescente en la familia                     
4.5. Autoridad y autoritarismo                                                 
5. Noción de vínculo y experiencia                                                                 
5.1. La identificación como formadora de vínculos                              
5.2. La importancia del vínculo familiar en la adolescencia                  

1. El proceso de ser adolescente

1.1. Características de la adolescencia

Según Mannoni , la adolescencia comienza desde la pubertad y finaliza hasta llegar a la edad adulta, pero tiene ciertas características que las podrían diferenciar. Mientras que la pubertad es una crisis de índole personal que a pesar de que consta de cambios físicos y psicológicos no pone en duda lo establecido socialmente, la adolescencia genera un conflicto generacional que puede repercutir en la sociedad.

Para Winnicot , la adolescencia es un estado patológico normal, que si no se presenta, sería algo peligroso ya que puede detener el desarrollo psicológico del joven. Al ser un estado patológico, la adolescencia dura cierto tiempo y se soluciona simplemente acompañando y ayudando al joven a sacar el mejor provecho de esta experiencia.

Lappasade considera que la adolescencia es el segundo nacimiento donde se revive el complejo de Edipo y se ponen de manifiesto los conflictos que están latentes. La teoría freudiana de la pubertad considera que ésta constituye el acceso a la madurez. Dice que el niño entra al mundo del adulto cuando es económicamente productivo y sexualmente activo a diferencia del infante.

Dolto dice que hay diferentes percepciones acerca del periodo que comprende la adolescencia. Algunos autores prolongan la infancia hasta los catorce años y sitúan la adolescencia entre los catorce y los dieciocho años, la consideran “como una simple transición hacia la edad adulta”. Hay quienes la definen en “términos de crecimiento”, como un periodo de desarrollo muscular y nervioso y la prolongan hasta los veinte años. Algunos sociólogos toman en cuenta el fenómeno actual de los “adolescentes retrasados”, que son estudiantes prolongados que viven en casa de sus padres mucho más allá de su mayoría de edad. Incluso algunos psicólogos reducen la adolescencia a un “capitulo final de la infancia”.

Sin embargo para Dolto, la adolescencia es una “fase de mutación” que va de los diez a los dieciséis años, siendo los once años el punto de máxima fragilidad. En el periodo de la adolescencia los jóvenes van a buscar ir de los valores familiares a los valores del grupo de amigos, es un periodo donde sus conductas ponen en riesgo su estabilidad. En la sexualidad ocurren cambios fisiológicos y psicológicos. Los valores sobre la sexualidad cambian de tiempo en tiempo y de cultura en cultura, siendo que el estereotipo de feminidad o masculinidad se ajusta según criterios sociales. Podemos observar que el estereotipo “moderno” de feminidad es el de la mujer muy delgada y libre y el hombre artista o medico que busca el lujo y la comodidad de vida. Dolto considera que un joven sale de la adolescencia cuando la angustia de sus padres deja de inhibirlo.  

Según Aberasturi , el adolescente realiza tres duelos fundamentales: primero, el duelo por el cuerpo infantil perdido; segundo, el duelo por el papel y la identidad infantiles, que lo obliga a una renuncia de la dependencia y una aceptación de responsabilidades que desconoce, tratando de formar una personalidad y una identidad propia; y tercero, el duelo por los padres idealizados de la infancia.

En este periodo de la adolescencia, los padres tienen que aceptar su envejecimiento y el hecho de que sus hijos ya no son niños, además de que los padres pueden sentir angustia frente a las primeras señales de conducta genital de sus hijos adolescentes.

La severidad y la violencia que los padres ejercen sobre los hijos al tratar de impedir que maduren solo engendra mayor distanciamiento y un agravamiento de los conflictos. El hecho de aceptar que sus hijos dejan de ser niños para convertirse en adultos implicaría que reconocieran su incapacidad para cubrir las necesidades de los jóvenes, teniendo que admitir que no siempre tienen la razón. Una defensa para escapar de la depresión a consecuencia de la pérdida de su infancia, es el desprecio que el adolescente muestra frente al adulto, sin embargo, esta desidealización de las figuras parentales lo sume en un profundo desamparo.

Este periodo oscila en una contradicción entre la dependencia y la independencia que deviene en una fricción entre la sociedad y el medio familiar. Todo aquello que permaneció como un conflicto latente durante la infancia en razonado en la adolescencia, y es aquí cuando el adolescente establece una nueva relación con sus padres y con su mundo.

El adolescente autoanaliza su cuerpo y en este proceso se da una revolución con el medio social y familiar, además de un desprendimiento de los padres. Dice Aberasturi que lo importante en este periodo para que el adolescente pueda decidir su independencia, es la manera en la que los padres le otorgan la libertad al adolescente, debe ser una libertad con limites pero también con posibilidades de acción.

El adolescente se refugia en si mismo pero se presenta ante sí como varios personajes simultáneamente, no es capaz de condensar en una sola identidad toda la gama que ha introyectado para constituir una personalidad propia. Esto lo podemos ver reflejado cuando usa diferentes vestimentas en un periodo muy corto de tiempo. Otra contradicción de este período es la que sucede entre la libertad y el abandono. El adolescente hace cuestionamientos profundos de lo que sus padres le enseñaron respecto a la ética, la religión y se cuestiona sobre el sometimiento que vive dentro del ámbito familiar.

El adolescente cuestiona los valores que el adulto se aferra en imponerle, por eso la adolescencia es concebida socialmente como un tiempo difícil pues es la misma sociedad la que pretende que no haya cambios en sus estructuras. Los padres van a pretender invisibilizar la crisis, posicionándose en una actitud de resentimiento y refuerzo de su autoridad.

El adolescente buscará en el mundo adulto nuevos ideales, generalmente fuera de su propia familia, disponiéndolo a ir más allá de la fantasía, el juego y el aprendizaje, para enfrentarlo a una realidad activa de afirmación o negación. La fantasía de proyectarse en el futuro es tratar de independizarse del ser como los padres. Por lo tanto, debe formarse una ideología donde pueda descargar su ansiedad y los conflictos de la ambivalencia entre el querer desprenderse y querer permanecer ligado a los padres.

El adolescente pretende solucionar esta crisis huyendo del mundo exterior y refugiándose en la fantasía, con un incremento de la omnipotencia narcisista y la sensación de que puede prescindir del mundo exterior.

En la medida en la que el adolescente obtenga la satisfacción suficiente de sus necesidades, el proceso de maduración se caracterizará por la estabilidad de los afectos, la gradual aceptación de las exigencias externas y el monto de frustración o de gratificación.

Si el adolescente logra establecer un buen diálogo con los adultos, se verá reflejado en un incremento de su creatividad y de su felicidad. El adolescente puede sentirse incomprendido cuando busca su vocación, si sus padres le reprimen sus primeros intentos de búsqueda.

1.2. La adolescencia como un nuevo nacimiento

Lappasade considera que el desarrollo de la sexualidad esta desfasado: la primera etapa es la del complejo de Edipo, la segunda, la de la pubertad. La teoría freudiana de la pubertad considera que esta constituye el acceso a la madurez.

Deutsch utiliza tres modelos explicativos sobre el advenimiento del adolescente: la repetición, la contradicción dialéctica del querer y de la defensa y, del deseo de se adulto. Nos dice que “la tarea de la adolescencia es continuar el trabajo comenzado en el curso de la pre-pubertad y de la pubertad naciente, es decir, dar una forma adulta a los antiguos vínculos, profundos y primitivos con la madre, y poner fin a todo titubeo bisexual en beneficio de una precisa orientación heterosexual”.

Según Lappasade, la adolescencia se considera un segundo nacimiento y va desde la infancia que es la inmadurez sexual y las actividades no productivas a la adultez que implica pasar por ritos de iniciación que conviertan al joven en una persona sexualmente activa y trabajadoramente productiva.

Cada cultura, dependiendo del momento histórico y la trama social de imaginarios y realidades, realiza actos específicos como parte de la experiencia de los ritos de iniciación donde los jóvenes son considerados como adultos. Algunos rasgos de estos ritos de iniciación son que los jóvenes son separados del grupo social de su infancia; pasan por un periodo de marginación donde el adolescente establece nuevas relaciones y finalmente viene el periodo de agregación donde el adolescente fija estas relaciones y adquiere nuevos compromisos de vida.

2. Tiempo libre: espacio de contradicciones

Aunque el tiempo libre se considera un espacio en donde se puede ejercer la libertad del individuo, las estructuras de poder crean “escenarios para el tiempo libre en donde se le somete y manipula” . Durante el tiempo libre el sujeto busca el mejoramiento en su calidad de vida. El tiempo libre posee un carácter contradictorio al ser sometido a presiones externas como el ejercicio del poder que se encuentra en las demandas que la familia, escuela o el entorno social le imponen al adolescente.

El adolescente al enfrentarse al tiempo libre puede encontrarse ante un mundo de posibilidades y contradicciones que lo pueden llevar a quedarse inmovilizado porque puede ser que no exista alguien que le diga lo que debe o no hacer. El tiempo libre es en donde el sujeto puede encontrar nuevas opciones para el cambio, por medio de la reflexión de su vida, para la creación y transformación de una nueva ideología

En el adolescente, cuando existe una estructuración del tiempo libre es posible tomar conciencia y luchar contra la enajenación, la despersonalización y la inacción; en cambio, cuando no existe tal organización, se puede llegar a usar el tiempo libre como un escape de sí mismo por temor al vacío interno.

El tiempo libre es considerado un tiempo en el que se pueden realizar actividades de esparcimiento, cuando son elegidas con libertad según las necesidades y los deseos del adolescente. Es también utilizado como una válvula de escape a las tensiones, angustias, odios y depresiones, además del aislamiento al conflicto diario.

Las funciones psicosociológicas del tiempo libre son “el descanso, la diversión y el desarrollo personal” y muchas veces se desvirtúan en una ciudad conflictiva como en la que vivimos, ya que el descanso se puede volver ociosidad, donde la diversión es un medio de evasión de la realidad y el desarrollo personal se deja de lado.

Desde la perspectiva del autor Del Valle divide el tiempo libre en varios tipos :

El tiempo libre creativo es aquel en el que se busca alcanzar el desarrollo personal, la autoafirmación, introspección y reflexión. Las actividades características de este tipo de tiempo libre son: las artes, el turismo alternativo, nuevos deportes, deportes de aventura y los hobbies.

El tiempo libre lúdico es donde los propósitos principales son el descanso y la diversión. Sus principales actividades son: juego, práctica cultural, turismo, práctica deportiva, paseos y la tertulia.

El tiempo libre festivo en el que se busca la autoafirmación colectiva, el hetero-descubrimiento, la apertura a los demás, la socialización, la ruptura de lo cotidiano y el sentido de pertenencia. Dentro de las actividades que se realizan en este tipo de ocio se encuentran: la fiesta, el folklore, turismo cultural, deporte espectáculo, eventos y parques de atracciones.

En el tiempo libre nocivo lo que predomina es la autodestrucción del sujeto, por medio de prácticas abusivas y dependencia exógena. En este espacio se encuentra la regresión que se vive dentro de grupos marginados y ajenos a cualquier tipo de sentimiento de comunidad e implicados en procesos de degradación de la persona.

Para Del Valle, la ausencia del tiempo libre se presenta cuando la percepción personal se torna negativa, sintiendo la necesidad de salir del asfixiante tiempo libre. Lo acompañan el aburrimiento y desinterés. Se llega a tal estado cuando el sujeto siente que en otra parte existe algo interesante y permisible, a lo cual no puede acceder porque no posee los medios necesarios, porque se lo prohíbe la moral o porque no sabe que hacer.

Esta división del tiempo libre en categorías nos permite estudiar con mayor detalle en qué emplean los adolescentes su tiempo libre. Es importante destacar que toda concepción del tiempo libre debería contemplar, además del aspecto cronológico, el sentido y la significación que éste posee o puede llegar a tener para el sujeto.

3. Expectativas de vida del adolescente: angustia Vs. ambición 

Ponce dice que “la adolescencia comienza con un naufragio casi súbito del sentimiento social”: de pronto el niño se encuentra en la soledad y comienza a construir un mundo lleno de abstracciones, sueños de grandeza, imágenes y gloria donde no cree en “la existencia de los otros”. El adolescente, sin importar sus aspiraciones o expectativas, tiene una preocupación fundamental: “la de elevarse sobre los demás, la de actuar sobre los otros, la de imponer a toda costa la admiración de su gloria”. Se pregunta: “¿cual es aquel que llegó mas lejos? Porque yo quiero llegar mas lejos todavía”

El adolescente “quiere vivir su vida” sin saber en qué consiste esto a ciencia cierta”. Pero cuando pretenda vivir su vida, se verá con muchas obligaciones que lo llevaran a renunciar a ellas y pretender no dar cuenta de sus actos a nadie.

El carácter oscilante del adolescente, es decir, la inestabilidad del humor, ha encontrado su expresión en lo que se ha llamado “ciclotimia”. La ciclotimia se “refiere al carácter circular del agrado y desagrado”. Agrado y desagrado no son manifestaciones opuestas de dos tendencias que se excluyen, sino formas de cenestecia.

Más allá del sentimiento oscilante de agrado-desagrado, el adolescente vive la expectativa como una dimensión de su vida afectiva. La expectativa se distingue de la simple atención porque implica “la inclusión del futuro”. Lo mas común de la persona expectante es “disponerse a realizar un acto en cuanto aparezca una señal”.

Agrado, desagrado y expectativa serian hoy por hoy las actividades afectivas mas elementales con las cuales podemos reaccionar a un estimulo externo o a un estimulo de nuestro propio organismo.

Sin embargo, si comprendemos los agrados y desagrados más elementales del adolescente, hay una parte que la ciclotimia no explica. Nos dice Ponce que “mas que por tristezas o alegrías igualmente superficiales, la afectividad del adolescente se traduce por dos fenómenos desmesurados: la angustia de un lado, la ambición del otro”.

La angustia es “la expectativa ante la duda”. El angustiado recela de si mismo, no tiene fe en sus fuerzas, desconfía de sus recursos; se sabe derrotado de antemano. La angustia, más que estar generada por la tristeza, surge por automatismos inadecuados y ésta se exhibe ante la sociedad como una excusa para no continuar con su desarrollo social e individualización. El adolescente sufre cambios de humor no solo por los cambios en el equilibrio de su cuerpo sino por que “se adelante al futuro dudando de si mismo”. La nostalgia por el recuerdo de la vida infantil, es una de las formas mas frecuentes de la angustia de los adolescentes.

Por otro lado, la ambición “es la expectativa ante el triunfo”. El ambicioso tiene la “pose” de un triunfador; con razón o sin ella, guarda en sus fuerzas una seguridad tan completa que se adelanta a recoger el homenaje de un vencido. La ambición es “siempre un comienzo, un salir al encuentro del futuro” y surge cuando el adolescente siente que posee automatismos eficaces para enfrentarse al mundo, es decir, va mas allá del sentimiento de alegría pues vence la incapacidad con sentimientos de solidaridad.

La ambición no la podemos explicar por el sentimiento de alegría sino por sus raíces mas profundas que son como una tendencia vital, “casi tan orgánica como el hambre y el sexo”, que Nietzche llamo la “voluntad de poder” y que Alfred Adler llama “afán de poderío”. El adolescente se enfrenta a dos caminos divergentes: por un lado, la aspiración a conseguir los medios en los cuales supone que reside el poder del adulto y por el otro, las estrategias de prolongar el parasitismo con una constante demostración de su debilidad. Así, el adolescente podrá recurrir a dos actitudes: o vencer su incapacidad, o exhibirla como excusa.

Si cualquiera de estas actitudes se repite con frecuencia entonces surge el predominio o la ausencia del “sentimiento de solidaridad” que concuerda con lo que Piaget llamaba la etapa de socialización progresiva de la mentalidad y la conducta. El sentimiento de solidaridad es opuesto al “afán de dominio” ya que el primero encauza y contiene los excesos de la fuerza antagonista del adolescente. 

4. Relaciones de poder en la institución escolar y familiar 

4.1. El ejercicio del poder y la sociedad disciplinaria

 Ma. Inés García dice que para Foucault era interés fundamental entender la forma de vida de los sujetos en la modernidad a partir de la noción de experiencia entendida como la “estrecha relación, dentro de una cultura, entre campos del saber, tipos de normatividad y formas de subjetividad”

Los campos del saber u “ordenes del saber” no solo son los que dicen la ciencia o la filosofía sino los saberes no escritos como la religión, la moral y todo lo que se sabe en una cultura.

El poder, para Foucault, es “una relación entre parejas, sean individuales o colectivas”. Tiene que haber más de dos para que el poder, por ser relación, exista. Y el poder es una acción sobre las acciones de los otros ya sea en el presente o en el futuro. Los “ordenes del poder” son las formas en que son controlados los sujetos, “la manera en que son sujetados a un orden y no solo a la ley”. Toda sociedad impone una forma de someter a sus miembros y éstos acatan las reglas o imponen una resistencia.

Sin embargo, frente al ejercicio del poder, siempre encontraremos la resistencia, o “la capacidad de todo sujeto de enfrentar el ejercicio del poder”, es el intento de salirse del juego, de hacerle trampas al poder, y podemos encontrar la resistencia activa o la resistencia pasiva, la no-acción como respuesta. La resistencia pasiva es un contrasentido pues sustrae de la resistencia el carácter activo o agresivo y en el no-hacer encuentra un hacer.

Foucault dice que el sujeto es fabricado por esa “tecnología especifica de poder que se llama la disciplina”, no debemos describir siempre los efectos de poder en términos negativos, sino que, de hecho, “el poder produce; produce realidades, produce ámbitos de objetos y rituales de verdad.”

El control institucional se realiza a través de la aplicación de exámenes. El examen no se limita a sancionar un aprendizaje sino que es un ritual de poder que pretende visibilizar el poder sobre el que recae; hace entrar la individualidad en un campo documental; tiene fines estadísticos y de registro; normaliza criterios y hace de cada individuo un caso.

Foucault propone que cuando se analizan las relaciones de poder en una institución se observe lo siguiente: primero, “los sistemas de diferencias”, ya que la diferencia de status (sea económico, lingüístico, de ubicación espacial, cultural, de destrezas) genera la relación de poder; segundo, “el tipo de objetivos que persiguen las relaciones de poder”, es decir, lo que se pretende lograr con una acción sobre los otros, que por cierto será la de dirigir la diferencia de status, ganancia, cargos, funciones; tercero, “determinar cuales son los instrumentos con que se ejerce el poder”, sea por medio de la palabra, la intimidación, las armas, la vigilancia, el control; cuarto, “establecer en que tipo de estructura se cristalizan esas relaciones”, es decir, el rango de apertura o rigidez de la institución, sea en la escuela, en el hospital, en un movimiento social o un partido político; quinto, “los grados de racionalización de estas relaciones”, o sea, los niveles de conciencia de sus objetivos, el nivel de sofisticación de sus instrumentos.

Respecto a la forma en la que se imponía el castigo a los sujetos podemos decir que el castigo ya no busca ser ejemplar, es decir, que sea visto por todos para que no repitan el delito, sino lo que se busca en este nuevo momento “no es castigar el cuerpo sino corregir, reformar, curar al delincuente, al criminal. Se busca la corrección, la cura, y no el dolor de la carne”.

La sociedad moderna trabaja el cuerpo antes que el pensamiento, y gracias a su forma de “modelar los cuerpos puede producir en ellos una forma de ser y de pensar”. La sociedad moderna más que una ideología, desarrolla una tecnología que busca acabar con la diferencia e instaurar la “identidad con lo Mismo”. A este tipo de sociedad Foucault le da el nombre de “sociedad disciplinaria”, aquella que ha instalado maquinas de producción de sujetos.

Lo que esta sociedad busca inscribir en los cuerpos de los sujetos es un “deber ser”. Cuando el sujeto se desvía de la norma, es castigado hasta que la normatividad se instaure de nuevo en su propio cuerpo. La norma busca un culpable a quien inscribir, “el castigo rastrea in descanso una falta”.

García, Ma. Inés dice que el control y el aprendizaje comienza en la familia, continúa en la escuela y se extiende a la cotidianeidad en la fábrica, los lugares de esparcimiento, de juego, de diversión, hasta llegar a las calles y los hogares. El espacio cerrado fue una creación muy importante para la producción de la sociedad moderna: un espacio cerrado con sus hombres y mujeres encluaustrados donde cada sujeto estuviera en su lugar y donde cada lugar esta pensado para realizar una función. 

Además, el cuerpo se obliga a adoptar ciertas posturas, a manipular los objetos de cierta forma y a tener una continua repetición de gestos. Este mecanismo no solo vigila y controla sino que también castiga, no de forma espectacular, sino correctivamente, es una forma de aprendizaje.

La sociedad moderna es una maquina de vigilancia y control que le quita al sujeto lo propio. No posee pensamiento propio porque éste le es otorgado por el lenguaje a través del cual piensa; tampoco posee palabra pues le es ajena; no posee un cuerpo propio porque le fue inventado por la disciplina y es un cuerpo vigilado y controlado continuamente para que se mantenga dentro de los rangos de lo aceptable por lo social. Y es solo a través de la resistencia como el sujeto se constituye como sujeto singular.

Para la sociedad moderna la vigilancia se hace más fácil en lugares que tengan estas características: clausura, ubicación celular de las personas, cumplimento funcional de los espacios, clasificación en base al rango. Además, el control del tiempo debe establecer ritmos, coincidencia de gestos y articulación del cuerpo.

La hipótesis de “vigilar y castigar” consiste en que la prisión estuvo ligada al proyecto de transformación de los individuos. La cárcel debía ser un instrumento tan perfeccionado como la escuela, el hospital o el cuartel y debía corregir a los sujetos para reintegrarlos al orden social. Pero desde 1820 se comprueba que la prisión, lejos de transformar criminales, sirve para fabricar nuevos criminales.

La mirada y el lenguaje son centrales para el ejercicio del poder. La mirada, y mas allá de la vista, tiene ciertas características propias: es espacial, es decir, es especializada; es plurisensorial, es una mirada que toca, oye y ve; es parlanchina, es decir, sale de su silencio y habla. Todo lo visto debe ser comunicable, traducido a palabras para adquirir estatuto de visibilidad; es de superficie, no penetra a la profundidad de las cosas; esta dominada por la muerte; es individualizante y provoca indiferencia; provoca una practica divisoria, trata de buscar en los cuerpos las anomalías, disfunciones, patología y todo aquello que no esta establecido como normal. En suma, la mirada objetiviza, se dirige siempre hacia un objeto, “desconociendo al sujeto en el otro sobre el que recae la mirada; lo exterior al yo se objetiviiza” 

4.2. Instituciones e imaginario social

Ana Ma. Fernández dice que la “institución de la sociedad produce individuos, quienes a su vez, están en condiciones de reproducir dicha sociedad.” La producción de sentido o de nuevos sistemas de significación es lo que mantienen unida a una sociedad a través de lo Imaginario Social y tienen una relación estrecha con el ejercicio del poder

Spinoza plantea que el poder es “la capacidad de afectar en mayor grado que se es afectado.” El poder funciona por tres elementos básicos: la fuerza o la violencia; el discurso del orden; y el imaginario social. La función del Imaginario Social es “fundir y cincelar las llaves de los cuerpos para el acceso a la ley y la continuidad y reproducción del poder.”

El imaginario social es la capacidad imaginante como creación social-histórica-psíquica, de figuras, formas e imágenes. En el imaginario grupal se piensa en las figuras y formas que el grupo inventa a lo largo de su historia común, y da cuenta de sus razones de ser como colectivo. Un pequeño grupo produce significaciones imaginarias propias que implican momentos instituyentes: la invención de sus creencias y etapas de consolidación de sus mitos. En ambas nociones es el lenguaje el medio por el cual la producción de significaciones esta atravesada por el imaginario social y logra vincular al grupo desde lo colectivo. Además, una sociedad se mantiene unida mediante las producciones de sentido que sustentan la institución de normas, valores y lenguaje.

Castoriadis establece la diferencia entre imaginario social efectivo o instituido e imaginario social radical o instituyente. El imaginario social pertenece a las significaciones imaginarias que consolidan lo instituido y anudan los deseos al poder, en esta dimensión los universos de significaciones imaginarias sociales operan como organizadores de sentido de los actos humanos. Es decir, la sociedad inventa significaciones que le da un sentido organizador a través de su institución.

La institución es la “red simbólica socialmente sancionada que tiene un componente funcional y otro imaginario” . La institución tiene ciertos deberes imaginarios como la de ser permanente, ofrecer seguridad de continuidad, ser inmóvil, legitima lugares e identidades, sostener narcisismos.

Tanto la sociedad como los grupos producen mitos que podemos entender como significaciones que se cristalizan y operan como organizadores de sentido. Los mitos sociales operan por la repetición insistente de sus narrativas, por medio de la violencia simbólica, la invisibilización de lo diverso y de los procesos socio-históricos.  

Respecto al poder dice Ma. Inés García que es una “relación de fuerzas” que “constituye, atraviesa y produce a los sujetos”. El poder no se posee, se ejerce. No es una forma sino que “se expresa en toda relación, no solo es represivo, sino que produce, incita, suscita.” El ejercicio del poder es la capacidad de afectar a otros, es “el conjunto de acciones sobre acciones posibles, un modo de acción sobre las acciones de los otros”.

Las instituciones “permiten estabilizar la forma de ciertas relaciones de fuerza”, mas que un lugar físico son un conjunto de practicas cuya función es la de fijar relaciones de poder y reproducirlas. Lo que buscan las instituciones es asegurar su propia conservación, organizando las relaciones de fuerza en las relaciones de poder; en el caso de la escuela a través del maestro y en el de la familia por medio del padre (o la madre), en el caso del mercado por medio del dinero y en el caso de la religión a través de Dios. Las instituciones no producen ni originan las relaciones de poder sino que intentan cristalizar y asegurar su duración y reproducción.  

4.3. La educación más allá del ámbito escolar 

Savater dice que el aprendizaje se da a través de la comunicación. La genética nos predispone para llegar a ser humanos pero solo por medio de la educación y la convivencia social podemos llegar a serlo realmente. Como sujetos estamos programados para adquirir cierto conocimiento que solo pueden enseñarnos los demás, el ser humano debe de vivir en una sociedad que genere vínculos entre personas y debe tener cierto espacios y tiempos destinados para la convivencia.

El tiempo es un campo de juego, es la fuente de nuestra grandeza y el origen de nuestras miserias, así como también es un componente de nuestros modelos mentales. Esto implica que la enseñanza esta ligada al tiempo como transmisión deliberada y socialmente necesaria. Es común que los adultos y los viejos les enseñen a los niños y jóvenes sobre sus experiencias y sobre la educación y la cultura que tienen, siendo más común que se apoyen en la memoria oral que en la escrita. Es preciso señalar que cualquiera es capaz de enseñar algo y no únicamente la educación y la enseñanza se limitan el ámbito escolar.  

Dice Fendler que la construcción de la enseñanza implica la capacidad del sujeto para ser enseñado; un conocimiento científico y objetivo que pueda ser transmisible, un procedimiento generalizable sobre los estilos de aprendizaje y las capacidades de aprendizaje; un sujeto educado que sea capaz de reflexionar objetivamente sobre sí mismo; un sujeto individualizado que se complace en educarse a través de la autodisciplina. Estas son las características de una enseñanza que le permitirá al sujeto ir más allá de la educación que le impone la institución escolar.

Delval dice es importante la educación y la función del aprendizaje en los jóvenes dentro de la sociedad. Sobre todo se empieza por señalar las posibilidades que tiene el hombre para aprender, gracias a que nacemos y crecemos con ciertas cualidades de aprendizaje.

La educación se determina y se extiende cuando deja de considerarse peligrosa, se ve por el contrario como un factor de equilibrio y estabilidad social. Cuando los seres humanos nacemos solo disponemos de unas cuantas conductas muy sencillas, durante el periodo de la infancia y la adolescencia, la forma de nuestro desarrollo y la de cada sujeto va a ir construyendo dentro de un círculo social determinando por las estructuras de su propia inteligencia y por el conjunto de sus conocimientos.

A medida que la sociedad se va haciendo más compleja el periodo de formación tiende a hacerse mas largo y los individuos tardan mas en ser considerados adultos y poder instalarse en la vida social. Hay sociedades tradicionales o primitivas donde los niños pequeños participan en muchas actividades sociales y están más próximos a los adultos que los niños y adolescentes de nuestra sociedad. Esto esta vinculado a la prolongación de la duración de la vida de los sujetos, pero también al aumento del conocimiento que el individuo tiene que adquirir y que son el resultado de una acumulación cultural progresiva que influye en la ampliación del periodo formativo.

Los adultos dentro de la sociedad tratan de preparar a los jóvenes para convertirse en adultos lo más parecidos a ellos mismos para que sea posible transmitirles creencias, actividades, temores y esperanzas. De esta forma la educación tiene un papel enormemente conservador y que contribuye poderosamente a mantener el orden social, haciendo que la sociedad cambie lo menos posible.

Cuando la sociedad empieza a acumular conocimientos y se produce una división progresiva en las funciones, se va conociendo la función de la escuela. Se va instalando en todas las sociedades, donde se alcanza un cierto nivel de acumulación económica, que permite la existencia de sujetos que no son directamente productivos y hace posible una acumulación cultural. Esto implica la exigencia de que se trasmitan esos conocimientos a otros individuos. La acumulación económica y la acumulación cultural están profundamente conectadas, y sobre todo la importancia que llego a tener la Ilustración que introdujo la idea de que todos los sujetos son iguales y que la enseñanza debería estar al alcance de todos.

4.4. Búsqueda de la libertad del adolescente en la familia 

Aberasturi dice que hay tres exigencias básicas de libertad que plantea el adolescente a sus padres: “la libertad en salidas y horarios, la libertad de defender una ideología y la libertad de vivir una ideología y un amor” De estas exigencias los padres ejercerán mayor control en la libertad de salidas y horarios. Este control significa el control de las demás libertades, de ideología, amor y trabajo.

Por medio de la escucha, los padres podrán entender lo que está pasando con sus hijos. “Exigir información es tan patológico como prohibir y es muy diferente a escuchar”. Los adolescentes pasan por un periodo de profunda dependencia y son los padres quienes deberían de asumir una actitud de espectadores activos y permitir que sus hijos vayan de la dependencia a la independencia.

Frente a esta dinámica hay dos caminos: una libertad ilimitada o una libertad con límites, siendo esta última la más adecuada para el proceso de maduración de los adolescentes.

Dice Aberasturi que los padres ejercen el poder sobre el hijo de muchas maneras pero fundamentalmente es a través del dinero y de la libertad. Estos dos medios de coacción pueden generar en el adolescente mayor violencia y un acentuamiento de su crisis.

Donzclot Jaques habla del papel de la familia y el comportamiento que tiene en las sociedades, dice que no es lo mismo el trabajo que le cuesta a una familia obrera que a una familia instalada en una vivienda confortable.

La familia se esfuma en provecho de lo social, del que es a la vez reina y prisionera, como un conjunto de prácticas de transformación que establecen las formas de integración moderna dándole un carácter policiaco.

4.5. Autoridad y autoritarismo 

Collado dice que el autoritarismo es una obediencia ciega a la autoridad, mientras que la autoridad es algo que se gana, se reconoce. Es importante explicar que es posible reconocer que el concepto de “autoritarismo”, se explica tanto a nivel individual, en la esfera psicológica; como a su nivel colectivo, en una misma sociedad autoritaria. Lo que es indispensable nombrar es que el autoritarismo esta relacionado en toda conducta, creencia o ideología de vida como el resultado de un ínter juego constante del sujeto y la sociedad donde se relaciona.

El autoritarismo es la causa fundamental de la clase sociopolítica que atraviesa la sociedad y se amplia tanto al nivel individual, “tal sujeto es autoritario” como a nivel colectivo. Esta utilización del concepto implica que toda conducta, creencia o ideología de la vida, es el resultado de un ínter juego constante de los sujetos y la sociedad. El ser humano se constituye en sujeto mediante la valoración de comportamientos, valores, ideas y actitudes que le brinda la sociedad.

El autoritarismo es una tendencia general a colocarse en situaciones de denominación o sumisión frente a los otros. El individuo autoritario esta dominado por el miedo a ser débil y el sentimiento de culpa. Existen algunas variables de la personalidad autoritaria como son la superstición, estereotipia, el poder, la fortaleza y la proyectividad.

5. Noción de vinculo y experiencia

5.1. La identificación como formadora de vínculos

Con el objetivo de tener una mayor comprensión sobre la identificación como formadora de vínculos, explicaremos brevemente en qué consiste el complejo de Edipo. Es la etapa que inicia aproximadamente entre los dos y medio y los tres años.. Dice Freud que en un primer momento ambos padres fueron el objeto de amor tanto para el niño como para la niña, pero al entrar al complejo de Edipo, el niño toma como objeto de amor a su madre y su padre pasa a ser un rival. Posteriormente, el niño al saber de la diferencia anatómica de los sexos, teme ser castrado por su padre y para salir de su complejo edípico ha de abandonar a su madre como objeto de amor y trasladar su libido hacia otra mujer fuera de su familial Finalmente se identifica con los atributos que le admira a su padre.

El proceso para la niña es distinto. Ella tiene que hacer un cambio de objeto, ya que su primer objeto de amor era la madre, y al momento de conocer la diferencia anatómica de los sexos, cambia de objeto a su padre, ya que culpa a la madre de su carencia. La niña ahora tiene como rival a la madre y solo después de comprender que puede perder el amor de sus padres y teme esta pérdida, abandona al padre como objeto de amor y se logra identificar con su madre. Finalmente, igual que el niño, busca en la sociedad algún hombre que será tomado como objeto de su amor.

Para Sigmund Freud la identificación es la más temprana expresión del enlace libidinal hacia otra persona. Inicia en el período preedípico donde el niño se identifica con el padre, quiere ser como él y toma a la madre como objeto de amor. La identificación toma carácter ambivalente donde existe el deseo de suprimir al rival y el deseo de incorporar canibalísticamente el objeto del que busca adquirir sus atributos, identificándose con él.

Con la identificación se busca conformar el propio Yo de forma análoga al que es tomado como modelo. Aunque en ocasiones con las identificaciones se toma el Yo tanto de la persona amada como de la no amada. Hay un tipo de identificación en el que no actúa directamente la libido respecto a la persona imitada. En ella, el Yo detecta en el otro una analogía considerable en cierto aspecto creándose así una identificación que puede ser un síntoma producido por el Yo que es imitado.

5.2. La importancia del vínculo familiar en la adolescencia

Cuando un miembro de la familia entra en el periodo de la adolescencia, puede haber un reacomodo de los roles de sus integrantes. En la infancia los roles estaban bien definidos, el niño sabía su posición en la familia, el de recibir el beneficio del cuidado de los padres además que tenia de obedecerlos sin protestar. Los padres eran los modelos del niño, a quienes buscaba imitar, eran los héroes sin competencia. Esto implica una situación de carga para los padres pues conlleva una idealización.

A partir de que el niño entra en la adolescencia, todo cambia. Ahora, el que antes era niño ya no se siente como tal y los adultos lo confirman. Al intentar encontrarse en el mundo adulto se encuentra con una barrera que le dice que tampoco puede ingresar a ese lugar. Está perdido entre dos caminos: no le es posible retroceder para recuperar su lugar infantil pero tampoco puede adelantarse a la vida adulta.

Sin embargo, para el adolescente la familia continúa siendo una fuente importante de modelos a seguir. El discurso de sus padres, aunque comienza a dejar de ser primordial en la construcción de su subjetividad, tiene influencia en lo que el adolescente piensa y siente.

Surgen en la familia conflictos que llevan a los padres a no reconocer la validez del discurso de los hijos adolescentes, lo que lejos de ayudarlos los perjudica. Los adolescentes no son escuchados por los padres pues éstos temen perder autoridad al dar valor a las opiniones y propuestas diferentes a las suyas.

En la actualidad han cambiado los ritos de iniciación con los que anteriormente se marcaba la entrada del niño en la vida adulta. Los adolescentes eran iniciados en grupo y se ayudaban solidariamente pero ahora han de pasar dicho camino solos. Esto conlleva riesgos que muchos de ellos tendrán dificultades para superar.

En el mejor de los casos si no hubo alguna ruptura familiar, el adolescente será capaz de tomar modelos exteriores sin necesitar tomarlos dentro de la misma familia, centrando su energía en triunfar socialmente en los grupos externos de compañeros con los que tenga afinidades. Esto le permitirá querer salir del ámbito familiar y podrá buscar jóvenes mayores que él para unírseles. Aunque no le es posible abandonar del todo los modelos que le proporcionó su familia, sin contar con nuevos modelos provenientes de grupos externos, es fuera de la familia donde iniciará su camino hacia la autonomía.

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